Un futuro incierto: el miedo puede impedir nuestro crecimiento personal

La vida está llena de situaciones cotidianas que, en muchos casos, escapan de nuestro control. Por esta razón, se genera una preocupación excesiva en torno al futuro, pues la incertidumbre de no saber cómo resultarán las cosas puede consumirnos y afectar nuestro bienestar.
El miedo al futuro es una preocupación acerca de lo que pueda suceder en el futuro. Se trata de una respuesta emocional negativa a la incertidumbre y a la posibilidad de que ocurran eventos negativos o no deseados en el futuro.
Sin duda, una sensación que está muy presente en nuestras vidas, es la incertidumbre, pues vivimos en un mundo muy cambiante que nos genera una especie de labilidad emocional, ya que, al estar expuestos a diversas situaciones, solemos cuestionarnos constantemente sobre estas, lo que nos lleva a vivir en una montaña rusa de emociones.

Probablemente, más de uno de nosotros ha experimentado un miedo muy grande sobre el futuro inmediato o a largo plazo, el cual, si se vuelve excesivo y no se logra manejar adecuadamente, puede llegar a dominarnos y obstaculizar nuestro desarrollo personal.

Definitivamente, este temor repercute en nuestra calidad de vida, ya que al sentir que no tenemos el control o que no estamos lo suficientemente preparados para los eventos futuros, esto puede provocar una serie de síntomas cognitivos, fisiológicos y conductuales, como pensamientos obsesivos, dificultad para conciliar el suelo, sudoración, palpitaciones, mareos, apatía, incapacidad para tomar decisiones, entre otros.

El miedo puede ser causado por diferentes factores, como experiencias traumáticas del pasado, incertidumbre económica, falta de control sobre el futuro, etc. Además, en algunas ocasiones, puede ser una respuesta natural a situaciones de cambio y adaptación.

Por ejemplo, cuando estamos en nuestro último año de universidad, y sentimos que toda la responsabilidad recae sobre nosotros, pues se está acabando una etapa de formación clave para nuestro futuro, por lo que cada vez que pensamos en ello y cómo próximamente la vida en muchos aspectos va a depender únicamente de nosotros, indudablemente, nos genera un gran malestar.
Cabe señalar que, todos en mayor o menor medida hemos sentido o nos sentimos con miedo al futuro; sin embargo, el problema recae en nuestra capacidad para gestionarlo, puesto que, si no contamos con los recursos necesarios para afrontar estas emociones, nuestra ansiedad anticipada puede repercutir de manera negativa y significativa en nuestra salud integral.
Consecuencias del miedo al futuro:
Estrés: La preocupación excesiva por el futuro puede causar niveles elevados de ansiedad y estrés, lo que a su vez puede derivar en problemas, como dolores de cabeza, complicaciones gastrointestinales, desesperanza, trastornos del sueño, depresión, etc.
Evitar situaciones: Cuando hemos llegamos a un punto en el que el miedo nos domina, solemos evitar situaciones o tomar decisiones que involucren incertidumbre o riesgo, de manera que, limitamos nuestra vida y oportunidades, ya que en cierta medida, nos autosaboteamos.
Procrastinación: Al enfocarnos en los obstáculos y las posibles fallas, adoptamos una actitud negativa hacia el trabajo o las tareas que debemos realizar, por lo que se desencadena una falta de motivación e iniciativa. Sin duda, experimentamos una sensación de parálisis que nos lleva a la postergación de los deberes y decisiones, ya que no nos sentimos listos para enfrentarnos a los diversos desafíos.

Estrategias para superar el miedo al futuro

• Identificar los pensamientos irracionales
Una técnica muy empleada en la terapia cognitivo-conductual es identificar los pensamientos negativos que pueden estar contribuyendo al miedo al futuro, en otras palabras, esas ideas catastróficas o exageradas que rigen nuestra percepción de la vida. Una vez que detectamos estas creencias, debemos cuestionarnos sobre su veracidad, determinar qué es lo que lo está generando y reemplazarlo con pensamientos más realistas y positivos.

• Aprender a manejar el estrés
El estrés puede exacerbar el miedo al futuro, por lo que es importante aprender a controlarlo de manera efectiva. Esto se puede lograr mediante la práctica constante de técnicas de relajación, como la meditación o la respiración profunda, así como el ejercicio regular y el dedicar una parte de nuestro tiempo para actividades placenteras que permitan distendernos.

• Aprender a vivir en el presente
Muchas veces por pensar en el futuro, solemos desconectarnos del aquí y el ahora. Si bien es cierto, esto no implica que no nos esforcemos para alcanzar todas nuestras metas a corto, mediano y largo plazo, es fundamental que disfrutemos de cada experiencia al máximo, sin la necesidad constante de preocuparnos por lo que podría pasar de aquí a un tiempo.

• Establecer metas realistas y alcanzables
Sin lugar a duda, es muy importante desarrollar el autoconocimiento, pues nos permite reconocer nuestras fortalezas y competencias. Por esta razón, es más sostenible en el tiempo, trazarnos objetivos que estén ligados a nuestras capacidades y deseos, con la finalidad de evitar sentirnos abrumados y desmotivados.

• Buscar apoyo
Por lo general, logramos identificar mejor lo que nos pasa cuando lo conversamos con otras personas, ya sean amigos, familiares o un profesional de la salud mental, dado que esto nos provee un espacio íntimo y seguro para expresar nuestros miedos, además de que nos ayuda a mantener una perspectiva más positiva de la vida.

La neurociencia al evaluar el trajín diario, a través de una estadística menciona lo siguiente:
“Del 100% de las preocupaciones del trajín diario, sólo un 4% está a nuestro alcance resolver”
La estadística dice: el 40% son cosas que no van a suceder y sin embargo es el que mayor porcentaje de las preocupaciones diarias ocupa; otro 30% del 100% diario está relacionado con el pasado y por lo tanto no se puede modificar, o sea ya se está en el 70% de incidencia. Otro 12% está vinculado a lo que los demás dicen de ti; el 10% está relacionado con la salud personal pero el problema es que el cerebro no distingue lo real de lo imaginario, por lo que se puede estar somatizando malestares imaginarios.
“El otro 8 % son preocupaciones sustanciales que inclusive el 4% de ese 8% sería la mitad son cosas que nosotros no podemos controlar o sea solo el 4% son las preocupaciones reales que nos suceden o sea nosotros estamos el 96% de nuestra energía gastándolo en preocupaciones en las que no podemos intervenir”.

Da tres herramientas para disipar ese 4% que está al alcance y puede ser encarado.

1- “vivir un día a la vez. Teddy Roosevelt, dice: haz lo que puedas con lo que tengas en donde estés y no te preocupes tanto”.
2- La segunda herramienta: “investigar, preguntar. Investigar más y suponer menos.
3- Y la tercera herramienta, y la más importante es actuar con propósito. Más allá de las adversidades, tener expectativas, avanzar siempre hacia adelante”.
Entonces, a recordar las herramientas mencionadas y avanzar sin miedo en nuestra vida.
Fuente: nota de Milenka Duarte periodista y psicóloga de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.
nota de Gustavo Ibarra experto en lenguaje corporal y desarrollo personal,

Daniel Velinsone

 

 

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