Si nos escucháramos …

¿Han visto ustedes que, por lo general, en las conversaciones no nos escuchamos?, si lo hiciéramos muchas cosas cambiarían o tomarían un desarrollo diferente.
Es común presenciar “conversaciones “o reuniones donde cada participante adopta una actitud particular hacia aquellos con quienes está interactuando, contesta en piloto automático sin haber escuchado realmente nada de lo que le dicen, o salta a las dos palabras dichas por su interlocutor, con su propio discurso.
Ni qué decir del escenario común en reuniones de amigos, oficina, familiares, colegio, donde cada participante está concentrado en su móvil o Tablet.

¿A veces me pregunto, para qué se reunieron?
Las consecuencias de este no escucharse, de cada uno estar en su mundo, transita por varias ideas o sensaciones que le pasan al otro por su mente, veamos

– Soy una persona conciliadora, pero a mí la idea que tiene mi compañera no me interesa, yo sé cómo hacer las cosas.
– En la mesa familiar siempre se habla de los mismo, yo prefiero estar atento a mis redes.
– Siempre quiero tener la última palabra
– Mi esposa siempre habla sobre lo que le interesa y no me presta atención cuando hablo de mis problemas.
– El cliente siempre se queja sin razón.

Podemos seguir con la lista de excusas para no escucharnos.
Al ocurrir en diversos ámbitos se genera un importante vacío en las relaciones interpersonales, pérdida de tiempo de disfrute y pérdida de oportunidades para mejorar los negocios.
Recordemos que pasa cuando conversamos sobre el desarrollo de un proyecto, donde todos exponen, sí, pero la idea de cada uno.

No suman aportes, para hacer crecer el proyecto. Es una competencia para ver quién habla más alto o busca imponer su idea.

Es común no escucharnos para entender, sino para contestar.

¿Debemos pensar que quién hace esto, busca el control sobre el otro?
La escucha es una actitud ante la vida que no siempre se practica.
Hay varios estudios, entre ellos el de Daniel Goleman que indican que los individuos que alcanzan el éxito profesional al coordinar negocios, proyectos o consolidan sus marcas en el mercado, suelen ser personas más receptivas y abiertos a considerar el contexto, en un intercambio de ideas.

Personas en las que la capacidad de escucha y cercanía les permite tener un mayor control sobre las situaciones y sobre los propios recursos humanos.
Quien sabe escuchar, percibe hasta su silencio, hasta el gesto más sutil de quien tiene en frente, porque hablar es una necesidad, pero escuchar es un arte que no todo el mundo posee.
La comunicación no solo se basa en la emisión de un mensaje por parte de dos o más personas. Es algo que va más allá, porque comunicar también depende de nuestra personalidad, de nuestra inteligencia emocional y de nuestra empatía.

Vivimos en una sociedad donde interesa más ver qué publican nuestras amistades en las redes sociales, antes que atenderlos en persona para escuchar qué pueden contarnos.
Sean receptivos a todo lo que los rodea, abran su mente, permítanse ser más libres, más curiosos.
En ocasiones, una simple conversación, puede propiciar una revelación, un cambio personal, hay que atreverse a experimentarlo.

Saber escuchar es sentir a la otra persona como parte de nosotros, sin barreras, abrazando su existencia de forma empática, libre y sincera…

Recomiendo emprender esa aventura de poner la escucha a disposición del otro, rebajar las revoluciones en la que nuestra vida está inmersa, dedicarle ese tiempo a comprender que nos quieren decir, para así poder dar una respuesta adecuada.
Haremos sentir al otro “importante”, escuchado, considerado.

Además, será un ejemplo para las otras personas, no hay nada mejor que el ejemplo.
¿Atendemos la queja de un cliente? Escucharlo, comprender la razón por la cual se queja y recién dar una respuesta acorde.
¿Almorzamos con un amigo, o en familia? Celulares en descanso
¿Reunión de negocios? Ídem, es la señal que nos interesa el tema que tratamos y respeto para el otro.

Al principio cuesta, pero el ejemplo cunde y genera:

– Respeto y confianza entre el hablante y el oyente. …
– Productividad. …
– Favorece la calma. …
– Aumenta la confianza. …
– Limita los errores.

Aprender a escuchar nos facilita desarrollar las relaciones sociales y nos permite entender mejor nuestro entorno y nuestra realidad.
“El interés del que escucha estimula la lengua del que habla.”

Fuentes varias: Sergio Carol, Valeria Sabater, Daniel Goleman, otros.

 

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